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Internacional

Dos colombianos viven y cuentan la tragedia que dejan los incendios en Hawái

Dos connacionales contaron a EL COLOMBIANO la dura situación que dejan las llamas y que han cobrado la vida de 53 personas

Con el fuego casi sobre el techo de su vivienda y arrasando con los árboles y las casas de Lahaina, en Hawaia Santiago Vélez solo se le ocurrió correr hasta su carro y emprender la huida sin saber a dónde. Se montaron su pareja y unos amigos, y otros que pudieron, mientras a través de las ventanas del carro veían a todos los que se quedaron atrapados por el fuego que se propagaba por las calles de la isla, azuzado por los árboles y las ramas caídas que dejó el paso del huracán Dora.

La tragedia empezó desde el martes a las 6:00 de la mañana, cuando se quedaron sin energía y aún no se había prendido la montaña, “pero como no habían anunciado huracán pues la gente no le prestó mucha atención. Como a las 3:30 de la tarde comenzó a prenderse el cerro y fue descendiendo y llegó a las casas. El viento comenzó más fuerte y tumbó techos, los árboles se desprendieron desde la raíz y todo fue un caos”, narró el colombiano Santiago a EL COLOMBIANO.

Mientras recorrían las calles buscando un refugio seguro, las imágenes de las personas corriendo hacia el mar para resguardarse de las llamas se repetían como si se tratara del mismo Apocalipsis, y Lahaina, una población con 13.216 habitantes quedó desolada, devastada y con todos sus habitantes refugiados en coliseos y canchas de baloncesto de colegios y escuelas.

En las calles solo se ven los vehículos calcinados, y desde el aire, el verdor de las palmeras y el azul del océano quedó reducido a un manto gris de ceniza y hollín sumado a las columnas de humo que le daban el aspecto a Lahaina de un caldero en pleno hervor.

“Esto fue muy duro, nunca había pasado así. Muchas personas quedaron atrapadas, muchas personas perdieron la vida, vimos quemadas las casas, los vehículos y hasta niños perdidosYo por ejemplo quedé solo con lo que tengo puesto y los documentos colombianos los perdí, estoy sin identificación porque no alcancé a sacarlos”, cuenta Santiago desde la cancha que ahora le sirve de refugio.

FUENTE EL COLOMBIANO