Antioquia regresó a los salones de clases, pero son varias las tareas pendientes
El tapabocas, lavado de manos y vacunación son las claves para que el retorno de niños, niñas y jóvenes a las aulas de clase sea seguro, recomiendan los expertos.
Hoy 900.000 estudiantes regresan a clases presenciales, sin límite de aforo. Secuelas de la pandemia como repitencia y baja calidad, además de infraestructura, preocupan. Análisis.
Tras casi dos años de pandemia, en los que el sistema se ha movido entre virtualidad y alternancia, la directriz del Gobierno Nacional fue clara: las condiciones están dadas y no hay excusas para que colegios —y universidades— le hagan el quite a la educación presencial. De esa forma, y sin límite de aforo, 900.000 estudiantes hoy vuelven a clases en Antioquia.
Ni la escalada de casos por la variante ómicron, que tiene al departamento y parte del país en medio o ad portas de picos epidemiológicos, caló en el Ministerio de Salud. A través de la Resolución 2157, esa cartera dejó claro que la evolución de la pandemia y el avance del Plan Nacional de Vacunación son razones suficientes para dicha decisión.
A corte del viernes, 20,1% de los niños de 3 a 11 años ya contaba con su esquema de vacunación covid completo y 49,1% tenía su primera dosis o dosis única en el departamento. En la población de 12 a 19 años, la cifra de esquemas completos era de 43,5%, según cuentas de la Secretaría de Salud (ver Gráfico).
Estos avances contrastan con un abanico de pendientes. En medio de propuestas como pedirles carné de vacunación a los estudiantes, invitaciones de Fecode a aplazar el retorno presencial y falencias en infraestructura, el departamento libra una batalla en contra de la repitencia, la deserción y las bajas en calidad. Así va esa partida.
Instantánea que preocupa
El primer frente que dejó un sinsabor el año pasado fue el de estudiantes que reprobaron. En Medellín fueron 28.000 según el consolidado del Observatorio para la Calidad Educativa, mientras que el departamento puso 26.556 más, entre instituciones oficiales y no oficiales, según la Secretaría de Educación.
En detalle, estos datos son las dos caras de una misma moneda: en el caso de Medellín —dice el despacho de Educación— la cifra fue la más baja en los últimos diez años. En el resto de Antioquia, la cara de esta moneda no es la misma. Si bien hubo una caída en el indicador de pérdida en 2020 (16.887), entre 2017 y 2021 la cifra superó los 20.000 reprobados.
¿Cómo interpretar estas cifras? Primero es oportuno analizar qué ocurrió en 2020. Entonces se presentó una reducción generalizada de la deserción escolar en primaria, secundaria y media en todos los municipios metropolitanos —a excepción de Caldas y Sabaneta—, según el Informe de Calidad de Vida para el Valle de Aburrá de ese año.
El comportamiento de este indicador puede sorprender, en principio, porque en 2020 las instituciones educativas asimilaron cierres obligatorios y, en cuestión de días, tuvieron que adoptar sus modelos de enseñanza a la virtualidad.
Lo que pudo suceder, según Luis Fernando Agudelo, director de Medellín Cómo Vamos, es que el sistema de recolección de información no se ajustó a este cambio, específicamente en los controles de asistencia a clase, y eso podría explicar la baja en los niveles de deserción.
Otro indicador, el de repitencia, entrega pistas sobre lo ocurrido: este se disparó en cuatro puntos en el Valle de Aburrá, pasando de 2,9% en 2019 a 7,1% en 2020. Y aunque la tasa de este año superó las de 2018 y 2019 en todos los municipios metropolitanos, el crecimiento en el nivel de secundaria es alarmante.
En Caldas, por ejemplo, se pasó de 5,2% en 2018 a 16,7% en 2020; en Copacabana, de 3,7% a 12,9%; y en Girardota, de 5,9% a 12,3%. Demuestra esto que, aunque la deserción cayó, la efectividad del sistema para garantizar la obtención de contenidos en virtualidad y alternancia no se compara con la presencialidad.
FUENTE EL COLOMBIANO