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Paso a paso, Bajo Cauca se vuelve un territorio dulce

Diversos campos de las localidades del Bajo Cauca ahora cuentan con colmenas para el cultivo de abejas, que además de cumplir una función ambiental mejoran la calidad de vida.

La miel hace furor en el Bajo Cauca. Millones de abejas y más de 13.000 colmenas esparcidas en territorios de los seis municipios de la región no solo polinizan los campos sino que hacen chorrear el dulce delicioso y mágico, convirtiendo a Antioquia en uno de los más grandes productores de Colombia.

“Antes, el mayor productor era Córdoba, con 280 toneladas al año, y ahora es Antioquia, que solo en el Bajo Cauca está produciendo 350 toneladas” de las cerca de 4.000 que se producen en el país, afirma Sandra Márquez, gerente de Campo Dulce, la empresa que aglutina a los cultivadores de abejas en esta zona.

En total, 426 familias se benefician en forma directa y 700 de forma indirecta de este proyecto, apoyado por el Pdet (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial) de la Presidencia de la República a través de la ART (Agencia de Renovación del Territorio).

Campo Dulce, nacida en 2015, es una alianza de cinco asociaciones de los municipios de Tarazá, Cáceres, Zaragoza, El Bagre, Caucasia y Nechí conformadas 70 % por mujeres cabezas de hogar integrantes de comunidades indígenas, afrodescendientes, desplazados por la violencia, víctimas del conflicto y campesinos que se cansaron de la minería informal e ilegal y que ven en la apicultura una opción más firme a futuro.

Es el caso de Keimer Andrés Trujillo, un joven de 25 años que desde niño, por influencia y tradición de sus padres, trabajó sacando oro de los ríos, pero como en los últimos años los controles a esta actividad se intensificaron, prefirió capacitarse en cultivar colmenas.

“Desde niño me dedicaba a la minería informal, porque era el único medio de trabajo en la región, yo no veía oportunidades en ese trabajo hasta que llegó el Sena a Cuturú (corregimiento de Caucasia), allí me formé como técnico agropecuario y empezó mi pasión por las abejas”, cuenta Keimer, quien salió de aquel lugar desplazado y hoy no solo es empleado de Campo Dulce sino que tiene sus propios cultivos de abejas, en total 80 colmenas, con los que sus ingresos han mejorado tanto que hasta piensa en matrimonio.

“Veo mucho futuro en la apicultura, cada día esa actividad crece más en la región, hay profesionalismo y en esa medida uno puede formalizar su hogar”, asegura sonriente.

FUENTE EL COLOMBIANO