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Una orquesta indígena para dejar legado

La Filarmónica Emberá-Chamí de Valdivia se encargó del espectáculo musical del Hay Festival de Jericó.

Si había algo de timidez entre los jóvenes de la Filarmónica Emberá-Chamí antes de subir a la tarima del Parque Principal de Jericó el sábado, se desprendieron de ella. En vez de música sinfónica, su repertorio lo dedican a la música tradicional Emberá-Chamí, composiciones propias sobre relatos tradicionales y canciones andinas que les gustan.

Es un proyecto que reúne a “amantes de la música”, como lo describe Alejandro Vásquez, fundador y director. “Algún día nos gustaría que tuvieran el nivel de tocar una sinfonía, pero esta orquesta está enfocada en rescatar la cultura Chamí”.

La idea surgió cuando Alejandro comenzó a trabajar como voluntario en los programas de formación musical que se hacían en el resguardo Marcelino Tascón, en Valdivia. Cuando empezó a conocer la tradición musical de la cultura Emberá-Chamí quiso registrarla de alguna manera y recurrió a su formación como violinista para hacerle arreglos con autorización de la comunidad.

Paralelamente apostó por la creación de una orquesta, no solo porque uno de sus objetivos de vida es la democratización de la música sinfónica, sino también porque “es el formato musical más grande, que nos permite tener el mayor número de músicos juntos. Nosotros vemos las orquestas como un símil de la sociedad donde por instrumentos y personalidad, quienes son distintos se unen en un objetivo común”.

La música sinfónica sonó en el resguardo en 2016, cuando llegó el proyecto Música para la paz, que les abrió a los niños la posibilidad de recibir formación musical occidental. Para los Emberá, la música es sanadora y curativa, hace parte vital de sus ceremonias, y muchos de sus cantos se usan como mantras. Sin embargo, no la trabajan de manera formal, se pasa de generación en generación sin la idea explícita de conservarla.

Con la llegada de estas nuevas convicciones y la constante amenaza a su cultura, dieron luz verde al proyecto de Alejandro para preservar y difundir sus tradiciones.Un proyecto colectivo

En el resguardo las decisiones se toman en colectivo y hay un fuerte interés por conservar y difundir sus saberes. Mantienen los rituales y la educación de los jóvenes en la lengua propia. Ellos son participativos y entienden su papel en la iniciativa de compartir la cultura con el mundo, en los conciertos combinan la camiseta negra de la orquesta con sus collares y pintura facial.

Además de permitirle a Vásquez la formación de la orquesta, así como las clases de instrumento y lectura que dan los músicos voluntarios de la Filarmónica Metropolitana, trabajan con él en un proyecto de registro y estudio de la música-medicina, patrocinado por el Ministerio de Cultura. Con este, Vásquez ha podido determinar la importancia de las voces femeninas en las ceremonias y por eso también está intentando hacer un coro con las mujeres del resguardo.

La interacción ha sido tan positiva, que los jóvenes aman el proyecto y quieren su continuidad. Zulma Tascón, saxofón menor de la orquesta, está ahorrando para comprar su instrumento y teme que, al terminar el colegio, tenga que dejar las clases. “Quiero hablar con los profes para seguir con la Filarmónica porque nunca quiero dejar este sueño”, pues siente una conexión especial con el saxofón. Además, hacer parte del grupo le ha permitido conocer personas, como los músicos del ensamble de la Filarmed, que los acompañaron en el concierto del Hay Festival. “Son personas de admirar, unos tesos. Nunca había tenido la experiencia de tocar con grandes músicos y viajar, es la primera vez que vengo a Jericó”.

Cada nueva experiencia es inspiradora y los músicos aficionados viven de una manera diferente la música tradicional y aprenden los principios de la sinfónica para continuar con la práctica.

La corporación Pasión y Corazón (ver Radiografía), que está detrás de la orquesta, quiere conseguirles los instrumentos propios y continuar con el proyecto a partir de un semillero. Con cada nuevo aporte de instituciones públicas y privadas se consolidan las opciones y se abren posibilidades de difundir y conservar la cultura.

En Jericó encantaron con Pueblito viejo, canciones sobre la madre tierra, rituales para sanar el espíritu y bailar, y un agradecimiento por el clima.

FUENTE EL COLOMBIANO