Dos llamadas aumentan la tensión Rusia – Ucrania
Rusia está realizando ejercicios militares en las fronteras con Ucrania y en Bielorrusia. Ucrania, por su parte, también está desplegando soldados y es cercano a la OTAN.
La llamada de una hora y dos minutos que sostuvieron los líderes de Rusia y Estados Unidos -dos de las más grandes potencias del mundo- y el mensaje reiterado del Papa Francisco de buscar la paz por todos los medios, no han logrado disipar la tensión ante una posible invasión a Ucrania que ha tenido a todo el planeta expectante durante los últimos meses.
Pese a que la conversación de este sábado entre Joe Biden y Vladimir Putin se dio en buenos términos y con la conclusión de que no había riesgos de un ingreso armado por parte de Rusia, lo cierto es que apenas un día después la Casa Blanca no solo volvió a insistir en que la invasión rusa podría iniciar “en cualquier momento”, sino que sostuvo una llamada con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en el que le aseguró que EE.UU. actuaría “rápida y decisivamente” ante cualquier agresión a esa nación.
Por ahora, el mundo observa temeroso la paradoja entre las afirmaciones de Moscú, que asegura que no invadirá Kiev, y las acciones de ese mismo país, que tiene la presión en tres puntos de Ucrania: en Belarús, en Crimea y en el lado ruso de la frontera entre ambos.Occidente también amenaza
Cuando Jorge Zepeda salió a caminar por las calles de Kiev, en Ucrania, vio pasar a dos jóvenes vestidos de militar, pero sin uniforme del Ejército, que iban rumbo a su entrenamiento. No son soldados, menos han pertenecido a las Fuerzas Armadas, pero se preparan como si fueran para el combate.
En el Este de Europa, según el relato de Estados Unidos, hay vientos de guerra. El secretario de Estado de ese país, Anthonny Blinken, aseguró que la invasión desde Rusia a Ucrania es inminente y llegaría esta semana, mientras la atención del mundo se centra en los Juegos Olímpicos de Invierno.
La declaración de Blinken llegó en la mañana del viernes, acompañada con imágenes satelitales que muestran tropas rusas concentradas en la frontera con Ucrania, y las reacciones de la comunidad internacional –los aliados occidentales– comenzaron a llegar como un inventario de respuestas.
Estados Unidos y Reino Unido pidieron a sus ciudadanos residentes en Ucrania abandonar el país, Israel comenzó la evacuación de su personal diplomático, el Pentágono envió 3.000 soldados más a Polonia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ratificó una vez más que está unida y preparada para responder un ataque.
Así mismo, México emitió una alerta roja para que sus ciudadanos no viajen a Ucrania y Colombia ofreció ayuda a sus nacionales para salir de esa nación ante el riesgo de una posible invasión.
Pero de esa disputa de declaraciones políticas poco se siente en una Kiev que intenta seguir su vida con normalidad y el relato de Jorge Zepeda es prueba de ello: ha salido a esquiar, a estudiar y a “parchar” en medio de la noche.
“Este es un país que está listo para la defensa. Hay gente que dice ‘yo sí voy a la guerra’, hombres y mujeres, principalmente en las zonas fronterizas que han estado en el conflicto hace años. Todos saben que si se detona un enfrentamiento sería en proporciones grandes”, considera.
Desde noviembre Estados Unidos insiste que Rusia está cercana a invadir Ucrania. La incursión “inminente”, “inmediata”, “cercana”, según las mismas palabras que ha citado la Casa Blanca, se mezclan con el temor de los 100.000 soldados rusos concentrados en las fronteras con Ucrania.
A esos efectivos se suman los ejercicios militares que Vladimir Putin realiza en esa zona y otros más que desarrolla en alianza con Bielorrusia, su aliado de la región y también vecino de Ucrania. Por eso Kiev, de cierta forma, está cercado militarmente.
En Rusia y Bielorrusia efectivos del Kremlin se mueven sin disparar contra ellos; en Moldavia, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia se enfilan las posiciones de la OTAN con unidades del Pentágono, integrantes de la Unión Europea y posiciones de la misma Alianza Trasatlántica.
Hay más en la lista. Además de los 3.000 soldados que Estados Unidos anunció este viernes para Polonia, otros 1.700 ya estaban allá, hay 1.000 en Rumania y 300 en Alemania, para un total de 6.000, una cifra corta respecto a los 80.000 que el Departamento de Defensa asegura tener en Europa en misiones.
Joaquín Carbonell lleva 11 años residiendo en Ucrania, entre Donbás y Kiev. El tiempo que lleva en el tenso país de Europa del Este lo llevó a vivir la invasión de Rusia a la península de Crimea y Sebastopol en 2014 y Donbás, donde estuvo durante unos años, ahora es un territorio ocupado por prorrusos.
“En 2014 Rusia actuaba discretamente, ahora veo que la amenaza es descarada”, sentencia. A finales de enero la Embajada de su país lo contactó para confirmar su nombre completo, datos de residencia y teléfono y dice estar a la expectativa de que –como ya sucedió con otros ciudadanos– le recomienden evacuar.
Pero la crisis entre Ucrania y Rusia tiene tantas realidades como esferas de disputa: en la frontera están los soldados, en Kiev la economía intenta mantenerse a flote y en las casas de gobierno las vías diplomáticas se mantienen abiertas para evitar un conflicto armado. Sí, hay una crisis con vientos de guerra, pero de guerra fría.
Quienes viven las tensiones recuerdan los tiempos de antaño en los que Ucrania perteneció a la Unión Soviética, la hambruna de los 30, las fricciones de los 90 para lograr la independencia y los 30 jóvenes años de historia que suma la nación. De ahí que muchos miren con patriotismo el cartel de una avenida principal de Kiev que reza “Gloria a Ucrania, gracias a nuestros héroes. Vamos a seguir luchando” en un territorio que se mantiene a la expectativa de una nueva contienda.
FUENTE EL COLOMBIANO