Pandemia obstaculizó avances en la lucha contra el trabajo infantil
El trabajo infantil se presentaba a la baja en los últimos años, sin embargo, el aumento del desempleo, la dificultad para acceder a la educación y el incremento en la informalidad han retrasado los avances que se habían logrado en la materia.
Según cifras compartidas en un informe que se realiza cada cuatro año entre la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), en el último cuatrienio el número de niños que trabajan aumentó en 8,4 millones. La cifra total llegó a los 160 millones de menores de edad laborando en todo el mundo.
Además, el incremento también se dio en otros datos preocupantes, como la cantidad de niños que ejecutan labores que ponen en riesgo su vida. “El número de niños de 5 a 17 años que realizan trabajos peligrosos, definidos como trabajos que pueden dañar su salud, seguridad o moralidad, ha aumentado de 6,5 millones a 79 millones desde 2016”, dice el informe.
De otro lado, los últimos datos del Dane apuntan a que en Colombia, en el último trimestre de 2020, había 523 mil trabajadores de entre 5 y 17 años de edad.
Iván Jaramillo, profesor e investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, señaló que en el marco de la pandemia “bajo la presión de la crisis económica y sanitaria y la reducción de ingresos para los hogares, puede haber incentivos para que los niños trabajen”. Y explicó que estos menores de edad “laboran para ocupar espacios de complemento al ingreso familiar”.
A esto se le suma el hecho de que los menores de edad están teniendo obstáculos a la hora de acceder al derecho a la educación. Durante los confinamientos hubo “un cierre de escuelas y colegios, en contextos en los cuales aún hay brechas digitales y dificultades de conectividad”, señaló.
Por su parte, la profesora Luz Karime Abadía, codirectora del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, señaló que, según información de los Módulos de trabajo infantil del Dane, ese flagelo pasó del afectar al 5,4 % de la población en 2019 al 4,9 % en 2020. Manifestó que “es probable que los jóvenes se hayan visto en la necesidad de acceder al mercado laboral para apoyar a sus familias, lo curioso es que esto contrasta con una caída de las tasas de trabajo infantil para el año pasado, lo cual da luces de un desfase entre la intención de trabajar y las oportunidades reales (de conseguirlo)”. Y explicó que “haciendo un análisis para los datos del 2020, los niños y jóvenes en Colombia dedicaron ligeramente más tiempo a trabajar o buscar trabajo, y menos a estudiar, respecto a 2019”, puntualizó.
Luego, agregó que sí “se observa un aumento en la tasa de trabajo infantil relacionada con tareas del hogar (trabajo no remunerado), ubicándose en 10,2 % para el último trimestre de 2020, respecto al 9,5 % del mismo trimestre del 2019”.
Debido a la persistencia de muchas de estas cifras, no solo en Latinoamérica sino en regiones como África subsahariana, la ONU señaló que es difícil alcanzar la erradicación del trabajo infantil para 2025, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.El papel del trabajo informal
La informalidad es uno de los factores de riesgo que los expertos relacionan con el trabajo infantil. De acuerdo con los datos del Dane, en 23 ciudades y áreas metropolitanas de Colombia, la proporción de trabajadores informales se ubicó en el 48,6 %, casi la mitad del mercado laboral.
La profesora Abadía advirtió que la gran mayoría de niños y niñas que se ven obligados a trabajar se vinculan al sector informal debido a que allí no aplica ningún tipo de regulación. Tampoco se les garantizan condiciones mínimas para ejercer algunos oficios “y por ello, en muchos casos es una actividad ilegal”, sostuvo Abadía.
Iván Jaramillo añadió que la correlación entre la informalidad y el trabajo infantil en parte tiene que ver con el deterioro en los ingresos que tienen las familias que deben vincularse a esos trabajos. Y resaltó las dificultades que enfrentará la sociedad por las secuelas de la pandemia en materia educativa. “Una de las lecciones aprendidas con el ébola en África fue que la recuperación de los chicos que salieron del ciclo escolar fue muy complicada”, concluyó.
En esa medida, sugirió que el Estado incremente los amortiguadores sociales para responder mejor a estas crisis.
FUENTE EL COLOMBIANO